El amor idealizado de Ricardo hacia la niña mala evoluciona hasta convertirse en una obsesión destructiva que define su existencia. Esta transformación revela cómo el amor puede convertirse en una fuerza que simultáneamente construye y destruye, mientras el protagonista sacrifica su propia identidad en pos de una relación imposible.

La novela explora profundamente el tema del desarraigo, tanto físico como emocional. Los personajes viven en un constante estado de tránsito entre países y culturas, reflejando la lucha por encontrar un lugar al que pertenecer mientras intentan reconciliar sus raíces peruanas con sus aspiraciones cosmopolitas.

La constante tensión entre los sueños y la realidad se manifiesta en la vida de ambos protagonistas. Ricardo persigue una vida idealizada en París mientras la niña mala adopta diferentes personalidades, creando una narrativa que cuestiona la naturaleza de la verdad y la autenticidad en las relaciones humanas.